No es ansiedad, es trauma
Muchas personas viven con una sensación constante de tensión, pensamientos acelerados, irritabilidad o cansancio emocional. Lo identifican como ansiedad. Pero, ¿y si detrás de ese malestar hay algo más profundo? ¿Y si lo que estás sintiendo no es solo ansiedad, sino una respuesta de tu cuerpo a un trauma no resuelto?
Estudios recientes han mostrado que el trauma puede expresarse de forma muy parecida a la ansiedad crónica. Según el Dr. Bessel van der Kolk, autor del libro El cuerpo lleva la cuenta, el trauma no tratado queda grabado en el sistema nervioso, provocando síntomas que no siempre se reconocen como tales.
Trauma vs ansiedad: ¿cómo distinguirlos?
Ansiedad común:
- Tiene un desencadenante reconocible (exámenes, problemas laborales, etc.).
- Mejora con técnicas de relajación, ejercicio o descanso.
- No suele generar flashbacks, disociación o reacciones emocionales desproporcionadas.
Trauma no resuelto:
- Puede no tener un desencadenante claro.
- Las reacciones emocionales parecen desproporcionadas ante situaciones neutras.
- Hay una sensación de amenaza constante, hipervigilancia o desconexión emocional.
- Puede haber síntomas físicos persistentes: problemas digestivos, insomnio, dolor muscular.
Señales de que podrías estar viviendo con trauma no reconocido
- Te sobresaltas con facilidad.
- Te cuesta relajarte incluso cuando no hay un motivo aparente.
- Tienes reacciones intensas que después no entiendes.
- Evitas ciertas personas, lugares o temas sin saber por qué.
- Sientes que “algo no está bien contigo” pero no logras explicarlo.
El trauma no siempre viene de grandes eventos
Mucha gente asocia el trauma con abusos, guerras o catástrofes. Pero también puede venir de situaciones más sutiles:
- Haber crecido con padres emocionalmente ausentes.
- Sufrir humillaciones constantes en la infancia.
- Vivir una ruptura afectiva intensa sin apoyo emocional.
Esto se conoce como trauma relacional o trauma complejo, y suele pasar desapercibido, aunque sus efectos son profundos.
El cuerpo no olvida
Las investigaciones en neurociencia han mostrado que el trauma activa la amígdala (centro del miedo) y altera el funcionamiento del sistema nervioso autónomo. Por eso, aunque racionalmente sepas que estás a salvo, tu cuerpo reacciona como si no lo estuvieras.
¿Qué puedes hacer si te reconoces en esto?
El mapa del cuerpo
Una práctica muy útil es empezar a conectar con tu cuerpo para detectar dónde y cómo se manifiesta el trauma. Puedes hacerlo así:
- Busca un momento de calma.
- Pregúntate: “¿Qué estoy sintiendo ahora?”
- Observa en qué parte del cuerpo lo notas (tensión, calor, vacío…).
- Lleva ahí tu atención sin intentar cambiar nada. Solo siente.
Esto es el primer paso para empezar a regular tu sistema nervioso. Terapias como EMDR, ICV o Somatic Experiencing también pueden ayudarte a trabajar el trauma desde su raíz. En nuestra clínica tenemos profesionales formados en estas técnicas y podemos ayudarte.