Violencia pasiva disfrazada
Cuando “era broma” no es una broma: la violencia pasiva disfrazada de humor, ese que solo le hace gracia al que la hace…
¿Cuántas veces alguien te ha soltado un comentario incómodo, hiriente o fuera de lugar… y al ver tu reacción, se ha apresurado a decir: “¡Era broma!”?
Este tipo de situaciones son más comunes de lo que creemos. Y lo preocupante no es solo el comentario en sí, sino el mecanismo de evasión que se activa después: minimizarlo, quitarle importancia o, directamente, responsabilizarte a ti por “no saber encajar una broma”.
Pero seamos claros: no todo lo que se disfraza de humor es inofensivo.
¿Qué hay detrás del “era broma”?
Cuando alguien hace un comentario desagradable y luego se escuda diciendo que era una broma, no está aclarando su intención: está evitando la responsabilidad.
Y muchas veces, este patrón no es casual. Es una forma de violencia pasiva que busca descolocar, controlar o invalidar al otro mientras se mantiene una apariencia de “ligereza”.
No es humor si…
•Te hace sentir mal contigo mism@.
•Es una crítica encubierta.
•Ataca aspectos personales sensibles.
•Se repite aunque hayas expresado que te molesta.
•Te deja sin saber si responder o callarte para no “quedar mal”.
¿Cómo responder de forma asertiva?
No tienes que justificarte, ni entrar en el mismo juego. Puedes responder con calma, claridad y firmeza. Aquí te dejo algunas frases que puedes usar cuando alguien cruza la línea y luego lo maquilla de humor:
•“No lo viví como una broma. Me incomodó, y prefiero que no lo repitas.”
•“Si tienes algo que decirme, te agradecería que lo hagas sin sarcasmos.”
•“Llamarlo broma no borra el comentario. Me parece más honesto que te hagas cargo de lo que dijiste.”
•“No fue gracioso para mí. Y si no te esperabas que respondiera, eso no significa que no tenga derecho a hacerlo.”
•“Decir que es una broma no lo hace menos ofensivo. Si queremos tener una buena relación, te pido respeto.”
¿Por qué nos cuesta tanto poner límites?
Porque fuimos educados para no incomodar, para no exagerar, para “no hacer un drama”. Muchas personas han aprendido a callar o a reírse por compromiso, incluso cuando algo les duele, solo para evitar un conflicto.
Pero poner límites no es crear problemas. Es cuidar de ti.
Cuando marcas un límite de forma respetuosa, estás diciendo: “Esto no me hace bien, y tengo derecho a expresarlo.”
El humor puede ser una herramienta maravillosa para conectar, aliviar tensiones o incluso abrir conversaciones difíciles. Pero también puede convertirse en un arma si se usa para humillar, manipular o controlar.
Aprender a identificar cuándo algo no es una broma —aunque así te lo vendan— es un acto de autoestima y claridad emocional.
Y aprender a decirlo… es un acto de valentía.
Dra. Cristina Martínez
Descarga la APP PSICOVIRTUAL para seguir disfrutando de estas publicaciones de forma totalmente gratuita y no olvides compartir si te ha sido de tu agrado. ¡Gracias por ayudarnos a difundir nuestro trabajo!